sábado, 25 de octubre de 2008

Reseña sobre "Punto de Fuga" por Charly Martínez


Un hombre huye del edificio donde vive asustado por los sucesos extraños que allí ocurren; después de mucho tiempo un padre y su hijo se citan para buscarle trabajo a éste último en un periódico; un hombre observa atentamente a través de las ventanas de un restaurante a una mujer que espera impacientemente una llamada telefónica; un grupo de onanistas se rebelan contra la pésima calidad de una película de un antiguo cine porno.

“Punto de fuga” de Jeremías Gamboa (Lima - 1975) es un conjunto de cuentos bien logrados -ambientados en Lima- donde sus personajes son extravagantes, reflexivos y, por momentos, presos de un hermetismo tal que nos involucra, sobremanera, con el texto (y aquí reside parte de la maestría del autor). Sus protagonistas se hallan envueltos en situaciones desagradables de las cuales quieren “huir” a toda costa pero que, a pesar de ello, intentan sobrellevar siendo al final expectorados de las mismas.

En “Punto de Fuga” hay claros nexos que Gamboa establece entre uno y otro personaje, así encontramos que Felipe Castrejón del cuento “Un responso por el cine Colón” se asemeja mucho a Pineda de “El edificio de la calle Los Pinos”, tanto por los caracteres de ambos como por el oficio de periodista esforzado y mediocre que desempeñan; en realidad se funden en uno solo. Además, su autor, deja bien en claro la condición limitada de mucho de ellos, confiriéndoles un aire de “nerd” intelectual o, en el mejor de los casos, de individuos que han superado, hasta cierto punto, sus miedos lacerantes (basta con leer “María José”, “Un responso por el cine Colón” o “Tierra Prometida” para corroborar lo anteriormente expuesto).

Mención especial merece el cuento “La visita” donde las modernas técnicas narrativas como el “Flashback” o las historias paralelas son aplicadas con destreza.

Todo lo anterior unido a ese conglomerado de autos, bocinazos y ambulantes al paso que es Lima hacen a este texto ideal para leerlo en el micro, -de un solo tirón-, sino léase: “Mi amigo recordaba que era una tarde de sol radiante y calor y centenares de personas que caminaban por las calles unas contra otras y entre ellas él contra su padre. Una vez en el centro subieron con esfuerzo seis o siete cuadras de Emancipación sembradas de puestos improvisados y carretillas… (Pág 31).

En conclusión, Punto de Fuga es un texto ameno, entretenido y, a veces, bastante tierno con una fuerte dosis de tensión emocional que, por momentos nos hace recordar muchos relatos de Carver y, porque no decirlo, alguno de Quiroga.

En fin de cuentas, un libro de cuentos tres veces recomendable.

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